“Quien no es necesitado, quien no puede ayudar a otros, se aísla y atrofia. Como seres humanos dependemos de la ayuda de otros. Solo así nos podemos desarrollar. También necesitamos ayudar a otros. El ayudar, entonces, no solo sirve a los otros sino a nosotros mismos.” (Bert Hellinger)
Muchas profesiones se adentran en el campo de la ayuda. Sin embargo, no siempre se cuenta con recursos para que dicha ayuda sea sana y efectiva. En el ámbito profesional y organizacional, los desórdenes en la manera de relacionarnos con la ayuda y con el otro, derivan en frustraciones, tensiones o cargas innecesarias.
Bert Hellinger, uno de los terapeutas más originales y creativos de estas últimas décadas, desarrolló los Órdenes de la Ayuda. En este artículo comparto los cinco órdenes que desarrolló, que pueden aplicarse al ámbito profesional y organizacional con algunos matices. Pueden ser de gran utilidad para cualquier consultor, coach, líder, profesional de recursos humanos, profesor/a, entre otros. Son principios para que, en cada profesión, la ayuda o el servicio ofrecido llegue al cliente o a la otra persona de una manera más sana y equilibrada.
¿Qué significa ayudar?
La ayuda es un arte. Como todo arte, requiere una destreza que se puede aprender y ejercitar. También, requiere empatía con la persona que viene en busca de ayuda. Es decir, requiere comprender aquello que le corresponde y, al mismo tiempo, la trasciende y la orienta hacia un contexto más global.
Por regla general la ayuda es mutua. Quien recibió de otros, lo que desea o necesita es dar y con este acto compensar la ayuda recibida. Para poder ayudar, primero tenemos que haber recibido y tomado. Solo entonces sentimos la necesidad y la fuerza de ayudar a otros. Esto presupone que aquellos a quienes queremos ayudar, necesiten y quieran recibir lo que somos capaces de dar. Si no, nuestra ayuda cae en el vacío. En este caso, separa en lugar de unir.
PRIMER ORDEN
Equilibrio en el intercambio: “Uno solo da lo que tiene y solo espera y toma lo que realmente necesita.”
El primer desorden en la ayuda comienza cuando uno pretende dar lo que no tiene y otro quiere tomar lo que no necesita. O cuando uno espera y exige de otro lo que éste no le puede dar porque no lo tiene. O también, cuando uno no debe dar, ya que asumiría en lugar de otro algo que sólo éste puede o debe llevar o hacer. Así pues, el dar y el tomar tiene límites. Percibir esos límites, y respetarlos, forma parte del arte de la ayuda.
«La ayuda es humilde.»
SEGUNDO ORDEN
Respetar el destino del otro. “Solo puedes intervenir hasta donde las circunstancias te lo permiten”
La ayuda está al servicio de la supervivencia y del desarrollo y el crecimiento. La supervivencia, el desarrollo y el crecimiento dependen de circunstancias especiales. Muchas circunstancias nos vienen dadas y no son modificables. Si la ayuda no toma en cuenta estas circunstancias o las niega, la ayuda está condenada al fracaso. A muchos “ayudadores“ puede parecerles duro el destino de otro y desearían modificarlo. Pero no porque el otro lo necesita o lo quiere, sino porque a ellos mismos les cuesta soportar el destino de la otra persona.
El segundo orden de la ayuda sería que uno se somete a las circunstancias y solo interviene hasta donde estas circunstancias lo permitan.
El desorden sería cuando la ayuda niega u oculta las circunstancias en lugar de encararlas. Querer ayudar en contra de las circunstancias debilita a ambas partes, al que ayuda y al que necesita la ayuda.
TERCER ORDEN
Mantener una relación adulta. “No eres el padre o la madre de tus colaboradores, empleados, clientes …”
Muchas personas que ayudan piensan que deben ayudar como padres a sus hijos pequeños. También aquellos que solicitan ayuda, esperan recibir la ayuda como de padres a sus hijos y así recibir, lo que aún esperan y exigen de sus padres.
¿Qué sucede cuando los “ayudadores“ responden a estos deseos? Se encontrarán en la misma situación que los padres; paso a paso tendrán que poner límites. Muchos “ayudadores“ quedan atrapados en la transferencia y contra transferencia del hijo/a a los padres.
El tercer orden de la ayuda sería entonces que un “ayudador“ se enfrente a una persona adulta, que busca ayuda de manera adulta, y rechace ubicarse en la posición de sus padres.
El desorden aquí sería, permitirle a un adulto pedir ayuda como un niño, tratarlo como un niño y decidir algo por lo que él mismo debe tomar la responsabilidad y encarar las consecuencias.
CUARTO ORDEN
La empatía ha de ser sistémica. Empatía con todo el sistema, no solo con una parte.
El “ayudador“ debe ver a la persona que pide ayuda como parte de un sistema. Solamente de esta manera puede ver lo que necesita y a quién del sistema le debe algo. Así también puede percibir quién en el sistema necesita su respeto y su ayuda, y a quién tiene que dirigirse para reconocer y dar los pasos decisivos. Es decir que la empatía del “ayudador“ no tiene que ser personal, sino que tiene que ser sistémica.
(Leer más: https://systemicall.com/empatia-sistemica-organizaciones/)
QUINTO ORDEN
Respetar todo tal y como es, sin juzgar.
Lo sistémico une lo que antes estaba en oposición. En este sentido está al servicio de la reconciliación. Solo puede estar al servicio de la reconciliación, quien puede dar en su propia alma un lugar a aquello que es conflictivo.
El quinto orden de la ayuda sería entonces el amor hacia cada persona, tal cual es, aun cuando sea muy distinta. De esta manera le abro mi corazón y le doy un lugar. Lo que se reconcilia dentro de mi corazón, también puede reconciliarse en el sistema de la otra persona.
El desorden sería la indiferencia y el juicio sobre otros. El que verdaderamente ayuda, no juzga.
Bert Hellinger resalta que los órdenes de la ayuda no se deben aplicar de forma estricta y metódica. Hay que considerar la observación, percepción, comprensión, intuición y concordancia.
La ayuda en el ámbito de Organizaciones
En nuestra experiencia acompañando en procesos de crecimiento y transformación, los ordenes de la ayuda son un recurso muy valioso para las personas y organizaciones. Existen algunos matices en su aplicación en el ámbito organizacional que hay que considerar y es importante realizar un proceso de desarrollo e integración para llevarlo a la práctica.
Durante ese proceso de desarrollo e integración, las personas y organizaciones pueden mejorar habilidades para relacionarse mejor en su propio trabajo. Pueden darse cuenta del origen de muchas de las frustraciones, tensiones o cargas innecesarias. Pueden incorporar nuevas herramientas para una ayuda más sana y efectiva que contribuya en mayor medida al crecimiento de las personas y organizaciones.
Ayudar es un arte. Como todo arte, es necesario conocerlo, se puede aprender y practicar.
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Bert Hellinger nació en Alemania en 1925. Estudió Filosofía, Teología y Pedagogía- Durante 16 años fue misionero de una orden católica en Sudáfrica. Más tarde se formó en Psicoanálisis, Dinámica de Grupo, Terapia Primaria, y en métodos de Hipnoterapia. Posteriormente se acercó a la Terapia Gestáltica y la Programación Neurolingüistica. Trabajando con Análisis Transaccional advirtió un aspecto multigeneracional en el abordaje de las problemáticas que lo direccionó a la Terapia Sistémica. Al profundizar en ella descubrió, dentro de los sistemas, leyes y órdenes de compensación a los que llamó los Órdenes del Amor. Basándose en estos Órdenes creó un método de configuración de familias, que le valió ser reconocido como uno de los psicoterapeutas claves del mundo actual.